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La Alta Legión de los Andes es una facción paramilitar autoritaria que opera en sistemas fronterizos. Forjada en disciplina, doctrina y orden férreo, busca imponer equilibrio galáctico desde la cima. “Desde las alturas, dominamos.”
“Desde las montañas, dominamos las estrellas.”
Lema oficial de la Legión@@
Nacida del abandono. Forjada en la adversidad. En los márgenes del espacio civilizado, un grupo de colonos descendientes de antiguas culturas andinas fue traicionado por la UEE y dejado a su suerte en un sistema sin ley.
Frente al caos y la anarquía, estos pioneros no se rindieron. Se organizaron bajo un solo estandarte, reclamando su derecho a existir y dominar su destino. Así nació la Legión de los Andes, una fuerza político-militar de estructura autoritaria, inspirada en los imperios clásicos de la Tierra.
La Legión no promete libertad. Promete orden, deber y expansión. Cree en la supremacía de la voluntad humana organizada, en la disciplina como virtud suprema, y en el deber como forma de redención.
“La galaxia no necesita más caos: necesita dirección.”
Desde sus fortalezas en los sistemas fronterizos, la Legión avanza. Colonias olvidadas, puestos abandonados y enclaves rebeldes caen bajo su bandera. A cambio de obediencia, la Legión ofrece seguridad, propósito y destino.
Hoy, la Legión se erige como una potencia en ascenso. Su estructura jerárquica, su doctrina implacable y su visión de un nuevo orden la distinguen de cualquier otra facción. No sirve a la UEE ni a piratas. Sirve solo a su Mando Supremo y a la idea de un Imperio Legionario Galáctico.
“Donde los débiles piden permiso, nosotros reclamamos nuestro derecho.”
Nosotros, herederos de las cumbres eternas, forjados en el hielo, la piedra y la oscuridad del olvido, proclamamos ante las estrellas nuestro derecho a existir, gobernar y expandirnos.
Nacimos del abandono. Vimos cómo la UEE sacrificó a los suyos en nombre del orden, y entendimos una verdad eterna: el verdadero orden no se recibe, se impone.
La galaxia es vasta, cruel y caótica. Solo la fuerza organizada, la voluntad inquebrantable y la obediencia sagrada pueden domarla.
Que la Legión de los Andes es soberana e indivisible.
Que toda colonia olvidada, toda voz sin líder, encontrará amparo solo bajo nuestro estandarte.
Que la disidencia es traición, y la traición se paga con silencio eterno.
Que el deber es virtud, el sacrificio es gloria, y la muerte en batalla es inmortalidad.
Conquistar donde otros negocian.
Gobernar donde otros titubean.
Construir un Imperio donde antes hubo polvo.
No somos una facción. No somos una empresa. No somos una causa pasajera.
Somos la Legión de los Andes.
Y desde las montañas, dominamos las estrellas.
“Donde termina la indecisión, comienza la Legión.”
En nombre de los caídos en el olvido, de los colonos traicionados y de los pueblos sin estandarte, se funda esta Carta Magna para regir, ordenar y proyectar el destino eterno de la Legión de los Andes.
Que esta carta sea guía sagrada, espada de juicio y escudo de nuestra soberanía, ahora y por los siglos de la Legión.
Art. 1 — La Legión de los Andes es una organización político-militar soberana, libre de toda subordinación a entidades externas.
Art. 2 — Su voluntad emana del Almirante, encarnación suprema del poder y la continuidad de la Legión.
Art. 3 — Todo sistema dominado por la Legión es considerado parte integral del Territorio Legionario.
Art. 4 — El mando supremo recae en el Comandante Eterno.
Art. 5 — El gobierno se ejerce a través del Alto Consejo de Guerra, compuesto por los cuatro Prelados Mayores.
Art. 6 — La jerarquía de la Legión se organiza en: Centuriones, Legionarios Vétere, Legionarios Ordinarii y Aspirantes.
Art. 7 — Cada miembro está sujeto a la cadena de mando sin excepción. La disciplina no es negociable.
Art. 8 — Todo ciudadano de la Legión tiene derecho a servir con honor, ascender con mérito y morir con gloria.
Art. 9 — Todo miembro tiene el deber de obedecer órdenes, preservar el orden y expandir la frontera del Imperio.
Art. 10 — El sabotaje, la deserción y la traición serán castigados con la disolución del nombre y la memoria.
Art. 11 — La expansión es un deber sagrado. El Imperio no se detiene; se extiende.
Art. 12 — La guerra es el lenguaje natural de la voluntad. El diálogo es una herramienta de los débiles.
Art. 13 — Los territorios tomados deben ser administrados bajo las leyes de esta Carta.
Esta Carta Magna solo podrá ser modificada por decreto directo del Comandante Eterno o por unanimidad absoluta del Alto Consejo de Guerra. Su existencia es la garantía de nuestro orden, su cumplimiento, la clave de nuestra eternidad.
